domingo, marzo 12, 2006

Esta mañana cuando iba llegando al trabajo, un poco mareado, he recordado mi primera lipotimia.
Tendría 14 o 15 años, estaba subido a un tejado, un sábado de primavera. El tejado, o terraza, era estrecho, estabamos poniendo una barandilla con alambres, o terminando una piscina-deposito de agua para regar por goteo, no lo recuerdo. Yo ya no tenía nada que hacer, y andaba medio agarrado a la baranda, mi padre andaba terminando, y de repente empezé a ver estrellitas, y a tener menos campo de visión. Le dije a mi padre que no veía, y el respondio que limpiara las gafas. Lo que normalmente hubiera sido una respuesta adecuada. Despues de unos minutos viendo cada vez menos, y sin haber experimentado nunca una cosa parecidad, pensé que me estaba quedando ciego, y que eso sería lo último que vería. Así que miré a mi alrededor, y ví algo así:

























Y un poco estoicamente, me despedí de la visión. Un segundo después me desmayé, y me caí. Mi padre me recogío, y me bajó del tejado. Un segundo después veía perfectamente, claro. Bastaba un poco de azucar, para recobrar la visión.
Ahora mucho después me resulta curioso, casi gilipollas, esa forma de aceptar la fatalidad. No sé tendré que pensar sobre el tema. Como dice un amigo esta vida no esta hecha para ser estoico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario